ANÁLISIS : EL PAPEL DE LA "REBELDÍA" EN EL ZAPATISMO.

Enviado por Martín Retamozo el 24/6/2005 2:10:55 (17 Lecturas) Artículos del mismo redactor

“El EZLN y sus laberintos”
Acción y discurso. El papel de la “rebeldía” en la construcción del zapatismo.
Por Martín RETAMOZO
“Empuñe un arma porque busco la palabra justa”
(Francisco “Paco” Urondo, poeta argentino asesinado por la dictadura en 1976)
“Y en buena parte el futuro del zapatismo está en el lenguaje.
No quiero decir que el zapatismo está en el lenguaje. No quiero decir que el zapatismo va a desaparecer, pero su futuro y su quehacer tiene que ver con el quehacer de su lenguaje.”
(Subcomandante Marcos, entrevistado por Juan Gelman 1996)

Resumen

Desde su irrupción, el zapatismo ha sido definido como un sujeto político extraordinario para América Latina. Uno de sus rasgos más singulares ha sido el plano discursivo ya que junto a categorías clásicas para las guerrillas latinoamericanas, hicieron uso novedoso de otras como Sociedad Civil y Neoliberalismo que aportan en la constitución de un nuevo sujeto político al identificar un “Nosotros” y un “Otro”.En este sentido, la categoría de Rebeldía como significante vacío le permitió al zapatismo articular una serie de demandas de grupos subalternos que lo constituyen como un sujeto capaz de hegemonizar a otros sectores y abrir un proceso de subjetivación colectiva.

I. Introducción:

El levantamiento zapatista del primero de enero de 1994 marcó un hecho histórico para América Latina en cuanto “síntoma” en medio de la hegemonía del pensamiento económico, político y cultural del neoliberalismo . A partir de allí , se sucedieron varias y disímiles experiencias subalternas en Latinoamérica protagonizada por campesinos, indígenas, desocupados y otros sujetos que pusieron en cuestión un orden social excluyente para grandes mayorías en la región. El zapatismo, como todo proceso novedoso de movilización popular tuvo que construir nuevos imaginarios, alteridades, discursos y formas de lucha para articularlos con las viejas e historizadas prácticas, narraciones e identidades subalternas. De esta manera, mientras se preconizaba el fin de la historia y la muerte de las utopías y, en particular en América Latina, el sinsentido de los proyectos emancipatorios radicales, el EZ se hizo visible en armas, y en un proceso de construcción de un sujeto social que pone en cuestión tanto al orden social como al régimen político mexicano.
El presente ensayo busca analizar el proceso discursivo de construcción del sujeto “zapatista”, (la construcción de un “nosotros”) para así aproximarnos a indagar en “¿Quién habla cuando habla el zapatismo?”. La idea que presentaremos, y que someteremos a debate, es que si bien el levantamiento en 1994 retoma casi todas las características en cuanto acción y discurso de las luchas de “liberación nacional” en América Latina, el mismo proceso de configuración de un sujeto y la necesidad de dar nuevas respuestas discursivas a la situación de enfrentamiento hizo que el EZ inicie un proceso novedoso de constitución subjetiva. En este proceso el papel de la rebeldía como categoría articuladora frente a otras como revolución, reforma, resistencia e insurgencia, es una clave para explicar la constitución del zapatismo tal como lo conocemos hoy.

II. Acción y discurso en el EZLN:

Para Hanna Arendt (1993) no hay nada que necesite tanto del discurso como la acción humana. El zapatismo llevó este aspecto en el corazón y radicalizó el precepto entendiendo que la palabra es una forma de acción que en ocasiones puede ser más efectiva que la acción armada. Con esto no queremos decir que en todo momento las palabras zapatistas puedan reemplazar a las armas, justamente las armas insurgentes son -para decirlo kantianamente- “condición de posibilidad” de la palabra del sureste mexicano. Las palabras no hubieran sido escuchadas si no fuera por la acción que le precedió y que instaló un campo semántico propicio.
Así como la guerra supone un nosotros, el acto ilocuciario supone la conformación de un sujeto que es el hablante y un público que es a quién se dirige la palabra. El EZ tuvo muy claro desde el comienzo que gran parte de su éxito sería encontrar formas de comunicación, el público y los destinatarios, adecuados para instalar sus demandas. Así, éstos se fueron reconfigurando, a la par de una también redimensión de las demandas que se desplazaron hasta incorporar una armonía-tensión entre reclamos particularistas y universalistas.

III. El levantamiento zapatista: ¿Entre la guerrilla clásica y una guerrilla republicana?

El primer comunicado del EZLN, elaborado en 1993 y divulgado luego del levantamiento, es clave para entender el inicio de un camino de construcción de un sujeto colectivo en el espacio público porque permite inferir quién habla, a quiénes se les habla y a quiénes se les exige. Si leemos la Primera Declaración de la Selva Lacandona encontramos que el “nosotros” que habla es “el pueblo” que luchó como subalterno frene a las clases dominantes y el imperialismo en todas su formas desde la conquista; mientras que los destinatarios de la exigencia son los poderes de la nación, a quienes se piden depongan al tirano (Salinas de Gortari) para garantizar la vigencia del Estado de derecho. En función misma de la defensa de la constitución (el artículo 39) que reconoce en el pueblo la fuente de la soberanía y el derecho de cambiar la forma de gobierno, el EZLN realiza su declaración de guerra. Los testigos son el pueblo de México (hermanos y hermanas). Progresivamente serán “hermanos y hermanas” los destinatarios del diálogo del zapatismo y el pueblo abandonará un rol central en la estrategia discursiva del EZ, quién creará otro espacio de interlocución: “la sociedad civil” . Sin embargo, el pueblo mexicano, en los primeros pasos del EZ es hablante y destinatario del mensaje. Es el pueblo en armas el que se dirige al pueblo desarmado en búsqueda de reparaciones históricas y con un proyecto que satisfaga los reclamos de: tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. El reclamo, más que de una lógica de reforma o revolución tiene un tinte de corte republicano, aunque sea por profundizar las “reformas de la Revolución Mexicana”. En este sentido, el primer discurso del zapatismo se inscribe en la larga tradición del nacionalismo popular revolucionario y su objetivo es volver a llevar los sueños de incorporación de las masas populares, como el 6 de diciembre de 1914 cuando entraron triunfantes los ejércitos de Francisco Villa y Emiliano Zapata al Distrito Federal.
Precisamente, lo que el discurso zapatista denuncia en un comienzo es la postergación del sujeto-pueblo consagrado en la constitución. Es decir, para sostener la comunidad política el constituyente ejerce su poder (Consagrado por la Constitución) y reclama a los otros poderes constituidos (Legislativo y Judicial) que reestablezcan el orden republicano, frente a la dictadura encabezada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que el EZ denuncia .
La tensión del zapatismo, en este aspecto, se sitúa en basar la desobediencia-insurgencia en un artículo constitucional que sanciona positivamente un aspecto constituyente: el derecho del pueblo a cambiar sus leyes y su forma de gobierno. Éste es un elemento con atributos “meta constitucionales” puesto que faculta al pueblo para alterar las leyes y también a desafiar las mismas bases de la validez de las normas en base a un “derecho consagrado en la constitución”.
Independientemente de esta lectura republicana de algunos de los argumentos justificatorios del levantamiento zapatista, es evidente que en tanto en la praxis como en la retórica del EZ aparecen componentes clásicos de las guerrillas nacionalistas populares de América Latina. La referencia al pueblo como sujeto de la soberanía, a una lucha histórica de ese sujeto-pueblo en sus diferentes formas contra el imperialismo y los traidores vernáculos se articulan con los elementos propios de la “liberación nacional”. Sin embargo, como dice Marcos, la experiencia del EZLN es una pedagogía política donde el aprendizaje de los actores y el proceso abierto de construcción del sujeto colectivo abren nuevos horizontes.

IV. Cambio de estrategia: Construyendo interlocutores para construirse a sí mismo

Frente a la respuesta represiva del Estado mexicano y el impacto mundial –en gran medida inesperado- del levantamiento, el EZ viró sus interlocutores e incluyó a los otros pueblos del mundo . Sin embargo, para incorporar como partícipes activos de la lucha zapatista a “otros” internacionales (individuos o colectivos) y superar la mera “solidaridad” internacional presente en la historia de las luchas de liberación fue necesario articular un discurso que integre “lo nacional” con “lo global” . Allí aparece la sociedad civil en el discurso zapatista, “La Sociedad Civil asumió el deber de preservar a nuestra patria, ella manifestó su desacuerdo con la masacre y obligó a dialogar” (Segunda Declaración). En solo seis meses el EZ encontró un interlocutor novedoso para la política insurgente latinoamericana: se conformó discursivamente una sociedad civil que obligó al diálogo en un papel de tercer actor, pero que aparece ligado (y a veces confundido) con el pueblo .
En la historia de los disímiles movimientos de liberación nacional que germinaron en América Latina, jamás el interlocutor o el sujeto fue la “sociedad civil”, sino el pueblo, la clase o algún tipo de agrupamiento subalterno con intereses materiales contradictorios con el bloque dominante. El concepto de sociedad civil, si bien de larga data y central en el pensamiento político clásico , nunca fue un actor o espacio que las organizaciones populares hayan identificado como valioso. Sólo fue incorporado en el debate teórico en la década del ochenta por los investigadores de las llamadas transiciones a la democracia. Allí, funcionaba como categoría explicativa para dar cuenta del éxito o fracaso de los procesos de consolidación de las democracias liberales en América Latina. No obstante, el discurso zapatista reconoció ese espacio como lugar de organización. En la Segunda Declaración la orden del cese del fuego pronunciada por la Comandancia General del EZLN tiene el fin de que esta sociedad civil que se reconoce (y se funda) discursivamente se organice de la mejor manera posible.
De lo anterior podemos hacer dos observaciones. En primer lugar, en este proceso el zapatismo logra situar un eje de debate entre la dicotomía reforma-revolución. Progresivamente la lucha abandona el objetivo de la toma del poder y se sitúa en una “lucha por el reconocimiento” (Taylor, 1993) y que supone abrir nuevos espacios de interlocución como la Sociedad Civil. A su vez, la centralidad del pueblo (sujeto de la historia de América Latina para los Movimientos de Liberación Nacional va dejando lugar a esa difusa idea de Sociedad Civil.
Si podemos identificar en el discurso de la Primera Declaración fuertes componentes republicanos a la par de una recuperación de la retórica nacionalista popular existente en la historia política América Latina, la Segunda llama a una nueva constitución de la nación profundizando la idea de un poder constituyente que exige la constitución de un orden que garantice la inclusión de los diversos sectores (poetizado en la consigna “hacer un mundo en que quepan muchos mundos”). El llamado es a la Sociedad Civil para que a través de un proceso democrático asuma los destinos y pueda elegir su forma de gobierno y organización social entre las opciones “socialismo, capitalismo, socialdemocracia, liberalismo, democracia cristiana, etcétera” (Segunda Declaración). La forma de organización propuesta por el EZ para tales fines es una Convención Nacional Democrática (CND) que a partir de devolver el poder constituyente al pueblo-sociedad civil genere una nueva institucionalidad constitucional democrática. Lo que permite el llamado es la definición del régimen político como usurpación y por lo tanto plantear la necesidad de refundar el proceso de la Revolución Mexicana acabando con el sistema de partido de Estado (Subcomandante Marcos, 1995)
El llamado a la CND, a mediados de 1995 para la comandancia zapatista debería tener por resultado la confección de un programa revolucionario tal como lo han planteado en la historia de América los diferentes movimientos de liberación nacional. Así, se insita a pasar de una fase de resistencia a una de ofensiva que constituya un orden nacional que incluya a los habitantes originarios y demás sectores oprimidos (las llamadas “minorías”). Así, el discurso zapatista de la Tercera Declaración, mantiene componentes de la lógica de acumulación política tradicional. De esta manera, puede entenderse el llamado a la conformación de un Movimiento de Liberación Nacional que tiene elementos de lo que tradicionalmente se llamó la táctica de “Frente Único o Frente Popular” y que pregonaron los partidos de izquierda para enfrentar al fascismo en Europa.
No obstante, a un año el levantamiento zapatista el argumento se mueve en un doble plano discursivo. Por un lado, sigue una estrategia de acumulación más o menos clásica con un enemigo representado por el “mal gobierno”. Por otro lado, y vinculado a lo primero pero dotando al EZLN de una capacidad de implicancia internacional se refuerza al neoliberalismo como el gran enemigo, ese gran Otro al que hay que enfrentar y frente al cuál nos identificamos como “nosotros” . La relación con la alteridad es fundamental en el proceso de formación en tanto, como argumenta Ranciere, “es la formación de un uno que no es un yo o uno mismo si no que es la relación de un yo o uno mismo con otro” (Ranciere 2004:30)
No es casual que la introducción del Neoliberalismo como referente de la lucha del zapatismo esté asociada a la profundización de lo literario en el discurso del EZ. Es decir, forman parte de un proceso de nuevas formas de comunicación y articulación discursiva. En repetidas oportunidades el Subcomandante Marcos ha referido al aprendizaje político-cultural que supuso la experiencia zapatista y, en este proceso frente a la vieja retórica revolucionaria (y en muchos casos juntos a ella), aparecen nuevos imaginarios, conceptos, discursos para articular lo viejo en un nuevo juego de lenguaje que asigna otros significados a viejos significantes y produce nuevos. El caso de la Rebelión, como concepto vertebrador del discurso zapatista es un ejemplo de ello.

V. La rebeldía como significante vacío

En la Tercera Declaración, a un año del levantamiento, es finalmente donde aparece la palabra rebeldía en referencia al levantamiento en Chiapas y frente a los intentos de cooptación del gobierno. Y apenas es la Cuarta Declaración (enero de 1996) la que pone en primer lugar a la “dignidad rebelde” y avanza en la construcción de una retórica ligada a la rebeldía. Ese aspecto es de vital importancia para el argumento final de este ensayo: rebeldía ha funcionado como lo que Ernesto Laclau (1996) definió como un “significante vacío”. Un significante vacío no es un término que varía de significación según su contexto (es decir, no es aristotélicamente equívoco) sino que nos habla de una imposibilidad estructural que exige una subversión de la estructura del signo. Es decir, desafía límites que –advierte Laclau- no son nunca neutrales porque hablan de una operación de exclusión. El zapatismo, excluido del sistema, debe subvertir la estructura para hacerse presente. La operación del sistema genera un tipo de exclusión que es en definitiva negación del otro identificando “la pura amenaza que ese más allá presenta al sistema (amenaza que a su vez, sin embargo, lo constituye)” (Laclau 1996:74). Es decir, hay una operación de negación-exclusión de los que no entran en el sistema, sin embargo eso produce la posibilidad de que las categorías excluidas cancelen la diferenciación impuesta “a través de la formación de una cadena de equivalencias de aquello que el sistema demoniza a los efectos de significarse a sí mismo” (Laclau 1996:74).
La categoría de “Rebeldía” funciona como punto de fijación en una cadena de equivalencias que puede articular identidades (luchas) para romper con la dispersión y la fragmentación. La ruptura con la idea de una fundamentación ontológica del sujeto de la historia (ya sea la clase obrera o el pueblo) produce una multiplicidad de antagonismos fragmentados que constituyen identidades que es necesario suturar con una operación hegemónica.
Rebeldía, en el discurso zapatista, es ese punto de convergencia donde las diferentes luchas encuentran referencia y el que genera condiciones de emergencia del Sujeto. Primero porque la decisión de construir sobre “rebeldía” como significante es una decisión, y esa decisión es “el momento del sujeto antes de la subjetivación” (Laclau 2003:85). Segundo, porque el movimiento de corrimiento y subversión del orden es el lugar mismo de la emergencia del Sujeto.
El proceso de construcción hegemónica supone la producción social de significantes vacíos que articulen los esfuerzos y las identidades subalternas de amplios sectores populares, aún, con sus reivindicaciones particulares. El EZ realiza esta operación hegemónica al incorporar en sí mismo reivindicaciones particulares (étnicas, de género, de clase, generacionales, sexuales) y presenta “la particularidad de un grupo como la encarnación del significante vacío que hace referencia al orden comunitario como ausencia, como objetivo no realizado” (Laclau 1996:83).
La hegemonía requiere “una generalización de las relaciones de representación, pero de modo tal que el proceso de representación mismo crea retrospectivamente el ente que debe ser representado” (Laclau 2003:70) así, la rebeldía es una clave en la construcción del sujeto. Dos años le costó al EZ encontrar en el significante rebeldía el lugar para suturar una multiplicidad de significados que no podía articular. Esto no supone que cualquier categoría hubiera podido ser articulatoria sino que sólo podía serlo aquella que se inserta legítimamente en los discursos de otros grupos subalternos, de manera tal que pueda enraizarse en las historias, relatos e imaginarios propios de esos sujetos.
El EZ en la tarea de constituirse como sujeto en encontró un enemigo (el Neoliberalismo) y un discurso que ligado a la rebeldía (aunque también a la justicia y a la democracia) que podía oficiar de lugar de encuentro para identidades insurgentes heterogéneas.
Así, la construcción argumentativa de “nosotros” ya no es el pueblo sino los “rebeldes” los que constituyen ese “Uno” que a la vez es múltiple (como la multitud que deviene en pueblo para volver a ser multitud) el que se relaciona contra los enemigos “el mal gobierno” y el neoliberalismo.
La potentia de la categoría de rebeldía reside en su capacidad abarcadora. Mientras la insurgencia es una práctica que no puede realizarse individualmente, la rebeldía puede ejercitarse individual o colectivamente. La rebelión tienen la postestad del no, del oponerse al avance y generar un espacio de disputa en espacios microfísicos (Foucault 1993). Mientras la insurgencia busca derrotar un proyecto con otro, la rebeldía es un acto realizable por una multiplicidad de sujetos en momentos, tiempos y lugares distintos.
A su vez la rebeldía es una actitud que no deviene de la clase. Mientras el marxismo pregonaba la dialéctica de la historia y los intereses contradictorios de clase, el discurso de la rebeldía concierne una especie de voluntad de serlo . No es necesario pertenecer a la clase portadora del sentido de la historia, ni estar poseído del Volksgeist, sino simplemente “ser rebelde”, hacerse rebelde , como una cuestión de voluntad de lucha contra el enemigo en común que habita en todas partes y en ninguna. A su vez, la rebeldía tiene la característica de ser un principio moral que deviene de la actitud de aquellos que “no soportan” la injusticia y que conforman un momento propio de una ética universalista.
De esta manera el discurso de la rebeldía permite trascender el propósito de la “liberación nacional” para recuperarlo desde otro lugar. Allí la importancia de la Rebeldía en tanto aparece como un significante que engloba dimensiones ético-normativas y actitudinales de las cuales pueden ser partícipes todos los diferentes grupos subalternos e identidades que habitan el cosmos de la Sociedad Civil. El zapatismo en su operación hegemónica supone una sutura de esas identidades fragmentarias para la disputa política. En este aspecto el papel de la producción social de significantes vacíos –como el zapatismo produjo “Rebeldía”- es fundamental como condición de posibilidad de una articulación popular- democrática que dispute la producción del orden social en América Latina.
El futuro del EZLN como el de las múltiples articulaciones subalternas que irrumpen periódicamente en Latinoamérica no está escrito. No obstante, mucho de su futuro como proyecto contrahegemónico se juega en el terreno de la articulación discursiva y en la producción de imaginarios y significantes convocantes para un proceso popular y democrático que busque transformar la utopía en historia.

Notas:

1. Entendemos que la emergencia del EZLN se inserta en otro hecho crucial para entender el proceso: la puesta en vigencia del TLCAN.
2. Esto no debe interpretarse como una asignación de causalidad del zapatismo sobre otras movilizaciones sociales en América Latina.
3. La referencia la sociedad civil es relativamente temprana en el discurso zapatista. Sin embargo, la valoración de la misma cambia radicalmente. En un comunicado de enero de 1994 Marcos lanza “yo estoy dispuesto a sacarme el pasamontañas si la sociedad mexicana se quita la máscara que ansias con vocación extranjera le han colocado. ¿Qué pasará? (…) la sociedad civil mexicana se dará cuenta, con un impacto mayor que la imagen que le han vendido de sí misma es falsa y que la realidad es bastante más aterradora” (Carta del 25 de enero de 1994) Mientras que en la Quinta Declaración se plasma que “La sociedad civil nacional ha sido el factor fundamental para que las justas demandas de los zapatistas y de los indígenas de todo el país continúen por el camino de las movilizaciones pacíficas. La sociedad civil internacional ha sido sensible y ha tenido oídos y ojos atentos para que la respuesta a las exigencias no sean más muertes o prisiones”
4. El los diferentes comunicados zapatistas se invocan distintos principios legitimadores de la acción, por ejemplo en la Primera Declaración (1994) el acento está puesto en la continuidad de las luchas de los sujetos subalternos (esclavos, independentistas, revolucionarios) mientras que en la Segunda Declaración (1995) se dice “Detrás de nuestras armas de fuego hay otras armas, las de la razón”
5. “Tantas veces Marcos ha contado la historia de cómo el grupo original de revolucionarios quería hablar a la gente de la selva Lacandona del capitalismo, de la opresión y la revolución, y de cómo entonces, en lugar de hablar, aprendieron a escuchar y descubrieron que la gente ya era rebelde” (John Holloway. 2004: 2)
6. Esto es reconocido por los voceros zapatistas “Quién tiene la voz y los oídos del EZLN se ha equivocado en no pocas ocasiones, en su palabra y en sus interlocutores” (Carta del 19 de noviembre de 1994)”.
7. La Tercera Declaración es clave, en este aspecto. Allí se argumenta a favor de la autonomía como forma de integración de los indígenas a la sociedad mexicana, a la vez que la crisis económica permite situar otro enemigo: “el neoliberalismo”. Mientras el enemigo político del EZ era representado exclusivamente por el “mal gobierno” (El régimen político) la lucha zapatista solo podría ser llevada a cabo en el seno del territorio mexicano y los apoyos internacionales se articulaban en función de la empresa de deponer el régimen usurpador. Ahora bien, al identificar el neoliberalismo como causa de los males y enemigo a vencer la lucha puede internacionalizarse. Ya no es un régimen localizado en un país sino una forma de dominación mundial.
8. Por ejemplo cuando el EZ argumenta que “Es en la SOCIEDAD CIVIL, en quien reside nuestra soberanía, es el pueblo quien puede, en todo tiempo, alterar o modificar nuestra forma de gobierno y lo ha asumido ya” (Segunda declaración). El artículo 39 de la constitución mexicana al que hace referencia el EZ en su primer comunicado, claro, no habla de la sociedad civil, sino del pueblo.
9. Para una revisión el concepto Cfr. Cohen y Arato (2000)
10. El EZLN define a la sociedad civil como “conformada por personas de los más diversos estratos sociales e ideologías políticas” (Carta por el Aniversario de la formación del EZLN, 19 de noviembre de 1994) Para un análisis mas detallado (y una crítica) de la utilización de la categoría “sociedad civil” en el discurso zapatista ver Borón (2002)
11. “La resistencia civil se convierte en insurgencia civil cuando se lleva adelante la lucha, por todos los medios posibles, por el cumplimiento de los derechos y la satisfacción de las demandas populares (…) La insurgencia civil es la movilización en torno a un programa popular y insurgencia civil es la movilización en torno a un programa popular y revolucionario que rebasa a un programa de gobierno” (Propuesta del EZLN al Programa de la CND, 8 de octubre de 1994)
12. Es “Durito” el caballero andante y alter ego de Marcos quién expone en un diálogo “Tu problema es el mismo que tienen muchos. Se refiere a la doctrina económica y social conocida como ‘neoliberalismo’” (Durito II, 1995).
13. Para una aproximación al concepto Neoliberalismo desde una perspectiva cercana a la zapatista ver Ceceña (1997)
14. “nuestra cuadrada concepción del mundo y de la revolución quedó bastante abollada en la confrontación con la realidad indígena chiapaneca”, (Sup Marcos, Carta de octubre de 1994)
15. Para Laclau la decisión tiene también “una función ontológica de proveer un cierto cierre a lo que estaba estructuralmente abierto” (2003:85)
16. El concepto de hegemonía que utilizamos es el que precisa Ernesto Laclau a partir de las elaboraciones de Antonio Gramsci (Laclau y Mouffe 1987 y Laclau 2003)
17. Las identidades negadas por el sistema como la indígena, la homosexual, la de género, juvenil, pudieron establecer equivalencias con la “rebeldía” por lo tanto fue posible la articulación discursiva.
18. Una de las características en las que se asemejan los discursos del Subcomandante Marcos y del Che Guevara es justamente una apelación a la voluntad como valor. Sin embargo, mientras que el Che mantenía una seriedad marcial embebida de moral revolucionaria, Marcos juega con la voluntad y los fracasos, frustraciones o situaciones irrisorias a las que conduce. Esto puede leerse como una desdramatización de la voluntad y la moral revolucionaria.
19. No deja de ser llamativo que una de las primeras referencias a la “rebeldía” que hace Marcos es en una carta de octubre de 1994 a Adolfo Gilly, donde en referencia al pasamontaña dice “es un símbolo de rebeldía. Apenas ayer era un símbolo de criminalidad o terrorismo”. El acto, rebelde, entonces depende más de un acto voluntario y de un símbolo más que de una acción directa.

Bibliografía:

• ARENDT , H. (1993) La condición humana. Paidós. Buenos Aires
• BORÓN, A (2002) “La selva y la polis Interrogantes en torno a la teoría política del zapatismo”. Revista Chiapas N 12
• CECEÑA, A. E. (1997) Neoliberalismo e Insubordinación. Revista Chiapas N° 4.
• COHEN; J.; ARATO, A.: (2000) Sociedad civil y teoría política, Fondo de Cultura Económica, México.
• FOUCAULT Michel (1993) Microfísica del poder de Ediciones La Piqueta, Madrid.
• HOLLOWAY, J. (2004) “Gente común, es decir, rebelde Mucho más que una respuesta a Atilio Boron” Revista Chiapas N° 16,
• LACLAU, E., (1996) “¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política? en Emancipación y diferencia, Ariel, Buenos Aires.
• LACLAU, ZIZEK, BUTLER (2003) Contingencia, Hegemonía y Universalidad. FCE. Buenos Aires
• TAYLOR, C., (1993) El multiculturalismo y la política del reconocimiento, Fondo de Cultura Económica, México.

Documentos y comunicados del EZLN

• EZLN Documentos y Comunicados. Tomo I(1994) Ediciones ERA. México
• EZLN documentos y Comunicados Tomo II (1995) Ediciones ERA. México

• Primera Declaración de la Selva Lacandona (1993) Difundida en enero de 1994.
• Segunda Declaración de la Selva Lacandona, 10 de junio de 1994.
• Tercera Declaración de la Selva Lacandona, enero de 1995
• Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, 1 de enero de 1996
• Quinta Declaración de la Selva Lacandona, julio de 1998

• Subcomandante Marcos Carta del 19 de noviembre de 1994
• Durito II, El neoliberalismo visto desde la Selva Lacandona, 11 de marzo de 1995)
• Subcomandante Marcos Carta de octubre de 1994. EZLN documentos y Comunicados Tomo II (1995) Ediciones ERA. México¿
• Subcomandante Marcos Carta 25 de enero de 1994. Comunicados y Documentoes ERA. Tomo I
• Propuesta del EZLN al Programa de la CND, 8 de octubre de 1994

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